“Lucha es rosarina, la tercera de cuatro hermanos, y viene de la clase media, aunque con el tiempo fue de una clase media acomodada”, comienza a relatar Calvano. “Nunca le faltó nada, pero en su infancia fue a una escuela pública”.
Calvano, que es periodista de Olé y entrevistó en muchas oportunidades a la jugadora, cuenta que Luciana Aymar comienza a ir al club cuando tenía cinco años. “Era una chica multideporte, hacía todo lo que tenía adelante: hockey, tenis, fútbol, danza y patín”, agrega el periodista y aclara que realizaba varias actividades por recomendación médica, ya que la jugadora tenía la espalda torcida.
A los 16 años, ya más definida hacia el hockey, la convocan para la selección juvenil. “Era una chica hosca, de carácter complicado, tenía dificultades para vincularse”, detalla Calvano, y comenta que en 1996 queda afuera de los juegos olímpicos porque el entrenador se inclinó por una jugadora con más experiencia. “No le molestaba tanto porque eran los juegos olímpicos, sino porque ella lo que quería era jugar”, declara el autor de “Corazón de Leona”. De todas formas, inmediatamente queda seleccionada para jugar su primer mundial. Ya en el 2000, comienzan a llamarse “Leonas”, y hace diez años que no bajan del cuarto puesto a nivel mundial. Luego, Luciana Aymar desarrolló una personalidad extrovertida y “sumamente positiva”.
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