13 de octubre de 1972. Una fecha para recordar. Un avión, 45 personas: 16 regresaron con vida. Esto fue la “odisea de los Andes”
“Cuando estas en esa situación no asumís la realidad”, dijo Daniel Fernandez Strauch, uno de los sobrevivientes de esta odisea.
Una vez terminada la tragedia, los pasajeros reconocieron que no había sido traumático, sino un vuelo normal del cual quedan secuelas nada más. “El cuerpo humano no tiene limites. Los límites nosotros los fijamos, lo que persiste el cuerpo es superior”, volvió a repetir Daniel.
Hacia mucho frío, las temperaturas eran heladas. “Me di cuenta del frío porque una botella de agua se congelo al instante”.Una duda era cómo hicieron para poder abrigarse y hacerle frente a tanto frío, cuando ya prácticamente no tenían nada. Una de las tantas respuestas a estos interrogantes fue que se habían armado unas mantas con la funda de los asientos; así fue como los pasajeros de el Fairchild F-227 bimotor de turbohélice hicieron frente a las bajas temperaturas.
Casi no hubo peleas entre los sobrevivientes. Sí hubo algunas, pero eran discusiones estúpidas, no perdíamos mucho tiempo en eso.
“No me quedo ningún trauma, me quedaron experiencias que las aplico en mi vida”, dijo Daniel. “Yo soy agrónomo”.
Entre los pocos alimentos que les quedaban a los pasajeros, los únicos alimentos que se encontraban eran: cinco barras de chocolates, caramelos, ciruelas secas, galletitas, dos latas de mejillones, una de almendras saladas y algunas mermeladas de diferentes sabores. También contaban con algunas pocas botellas de vino y whisky.
“Cuando se acababa el vino y unas barritas de chocolate nos dimos cuenta de que lo único que nos quedaba eran los cuerpos. Lo hablamos entre todos”. Una decisión difícil de tomar, pero que lo pudieron superar.
En varios momentos Daniel tuvo miedo a la muerte, uno de ellos fue en el alud, pero después de que paso eso y estaba vivo ya no pensó más en su final. Al contrario, si pudo superar eso, este pasajero tenía muchas expectativas de sobrevivir.
Una situación trágica parecida están viviendo hoy en día los mineros de Chile. En respuesta a esto, este agrónomo contó que al principio los mineros se encontraban igual que ellos. “El problema es mantener la mente sana, tener Fe y esperar. Tienen que mantener la mente ocupada”, volvió a repetir con una voz quebradiza este sobreviviente.
30 años pasaron de lo que se conoce como la “odisea de los Andes”, una tragedia y una fecha para recordar de por vida.
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